sábado, 28 de julio de 2012

FRENTE A LAS DIVISIONES ENTRE LOS DE "ARRIBA" Y LA CRISIS DE LA BUROCRACIA SINDICAL

Asamblea Nacional de Trabajadores

El desgaste que estaba produciendo a Daniel Scioli y a Cristina Kirchner los costos de su "guerra" particular terminó por decidir el resultado de un conflicto que involucró a más de medio millón de trabajadores. La perspectiva de que los paros y movilizaciones de estatales y maestros se transformaran en acciones más fuertes de la lucha de clases; y la creciente caída en la "imagen" de ambos gobernantes (entre los trabajadores afectados), hizo aparecer el dinero para pagar el aguinaldo. De todas maneras, la crisis fiscal continúa y Scioli insiste en que son los trabajadores y sectores populares quienes deben hacerse cargo. Ahora anunció un aumento en las tarifas de luz que oscila entre el 14 y 18%. El kirchnerismo ya respondió con la amenaza de recortar subsidios a la generación eléctrica, ¿comienza un segundo round entre el gobierno nacional y el bonaerense?

Las peleas en el peronismo son hoy una fuente de inestabilidad para el escenario político. El mar de fondo de esta "interna" es la crisis económica que ha comenzado a golpear las puertas de Argentina. La agitada economía mundial, jaqueada por la caída de las bolsas, el ataque especulativo contra la deuda del Estado Español y los drásticos planes de ajuste contra los trabajadores en Europa, ha llevado al estancamiento de Brasil. Este país es el principal destino de las exportaciones industriales argentinas. En este contexto, aunque los elevados precios de la soja son una contratendencia, hay una profunda desaceleración de la economía local, consultores afines al oficialismo hablan de una inflación del 30% anual, y ha entrado en crisis uno de los pilares del "modelo K". Las cuentas fiscales en rojo son una realidad en varias provincias.

Sin embargo, los cortocircuitos provocados por Cristina Kirchner para alinear a caciques y gobernadores provinciales detrás de su figura, a fin de despejar el camino hacia las elecciones de 2013 y 2015, se propagan más rápido y con relativa autonomía de la economía, poniendo en primer lugar las contradicciones entre las camarillas del elenco gobernante. Las expresiones más agudas de la crisis fiscal se dan en las provincias donde los gobernadores no son afectos al Poder Ejecutivo y éste les suelta la mano para llamarlos al orden.

El enfrentamiento entre la presidenta y Scioli que desató el pago en cuotas del aguinaldo condujo a Scioli a lanzar un ajuste al mejor estilo De la Rúa. Las masivas movilizaciones lo obligaron -a él y al gobierno nacional- a retroceder, recordándoles cuál es la relación de fuerzas que existe entre las clases, desde aquella rebelión de diciembre de 2001 cuando el presidente de la Alianza debió tomarse un helicóptero y abandonar el gobierno. Pese a las políticas de desvío del kirchnerismo, la conciencia y organización de los trabajadores y el pueblo pobre son un límite aun infranqueable para cualquier pretensión ajustadora directa. Se vio en Santa Cruz a inicios de año con el intento de elevar la edad jubilatoria. También, cuando el gobierno tuvo que retroceder después de haber largado un tarifazo, cuando explotó la indignación popular por la masacre de Once.

Sin embargo, esto no quiere decir que en un marco de agotamiento del "modelo" y de una situación económica más convulsiva, CFK no eche mano a políticas antipopulares. El aumento del boleto para quienes no poseen la tarjeta SUBE es un ajuste escalonado o en cuotas cuidando de no pasar la relación de fuerzas.

El enfrentamiento en la provincia de Buenos Aires plantea una gran enseñanza a los trabajadores. Ya hemos dicho que esa interna no es la nuestra. Pero hay que tomar nota de las divisiones de los de "arriba" porque pueden generar brechas por donde emerja la lucha de los explotados. La condición para aprovechar estas fisuras y utilizarlas a nuestro favor es levantar una política independiente de los políticos patronales.

La burocracia sindical al desnudo

En las "alturas" del movimiento obrero, la pelea entre moyanistas y oficialistas tiene todavía mucha tela para cortar. La CGT Azopardo liderada por Hugo Moyano está debilitada por haber perdido hegemonía en el conjunto de la burocracia sindical. Sin embargo, cuenta con homogeneidad para postularse como fuerza al servicio de la oposición política burguesa. No se trata sólo de Scioli sino de una movilización común con Eduardo Buzzi de la Federación Agraria Argentina.

Pero lo novedoso es que viene fracasando la política gubernamental de mostrar un frente sindical unido contra Moyano. La imposibilidad de imponer un candidato para encabezar la CGT Balcarce revela debilidad. El que aparecía como número puesto, el metalúrgico Antonio Caló, bajó sus acciones al no haber sido parte de la delegación que se fotografió junto a la Presidenta en el mismo momento que Moyano se reelegía al frente de su CGT, flanqueado por el "momo" Venegas y el menemista Guillermo Pereira. En los últimos días se lanzó la candidatura del taxista Omar Viviani, un ex moyanista que no cuenta con la simpatía de todas las alas de la CGT Balcarce.

En ambas centrales sindicales el streep-tease de dirigentes millonarios es escandaloso (ver páginas centrales). En esta semana Clarín aprovechó para denunciar sus lujosas mansiones, vacaciones y delitos varios. La "corpo" no los acusa por amor al sindicalismo "honesto" (en su diario ni siquiera permite la organización sindical) sino para pegarle al gobierno. Las cinco centrales en que se ha dividido el sindicalismo burocrático responden a distintos proyectos políticos patronales: el de Scioli y el peronismo opositor (Moyano), el del kirchnerismo (los antimoyanistas y la CTA de Yasky), el de Binner (CTA de Pablo Micheli). En sus manos los sindicatos no sirven para defender los derechos de los trabajadores. Para la mayoría de estos dirigentes son fuente de negocios multimillonarios y rentas vitalicias.

La lucha por echar a la burocracia sindical de nuestras organizaciones, por sindicatos sin burócratas y por un partido de trabajadores sin patrones, es esencial para derrotar las pretensiones de los capitalistas de descargar los costos de su crisis sobre nuestras espaldas y pelear por las reivindicaciones de los trabajadores y el pueblo pobre.

Una voz propia de los trabajadores y la izquierda

Los trabajadores aeronáuticos tercerizados de la empresa HAS, acaban de ser reprimidos por la Policía Federal cuando intentaban cortar Avenida Costanera. Realizaban un paro por aumento de salario y reclamaban el fin de la tercerización, ya que cobran $3.500 y carecen de estabilidad laboral. Hay millones de trabajadores en una situación similar: más de la mitad de la fuerza de trabajo está precarizada. Los dirigentes sindicales jamás hicieron nada para cambiar esta situación. Hugo Moyano acaba de decir que pedirá en el Consejo del Salario un mínimo de $3.000/3.500. Una miseria. Gerardo Martínez coincidió con Hugo Yasky en que debe estar en $2.800. Vergonzoso.

Los trabajadores precarizados son material descartable en fábricas y empresas y hasta blanco fácil de las "malditas policías" (ver páginas 4 y 5). A fines de 2012 la policía de Río Negro secuestró e hizo desaparecer al delegado Daniel Solano, trabajador temporario en la recolección de fruta, que iba a entrar en huelga junto sus compañeros. El caso trae a la memoria la desaparición de Jorge Julio López y recién ahora saltó a la luz. La razón de la desaparición ya no es el genocidio de la dictadura sino que las fuerzas del Estado de este régimen democrático burgués -y bajo el gobierno kirchnerista- actuaron alevosamente para defender los intereses patronales. ¿Alguien vio que algún dirigente del gremio de los trabajadores rurales haya promovido una acción o denunciado el secuestro de Daniel Solano?

El 6 de agosto comienza el juicio para encarcelar a los asesinos de Mariano Ferreyra. Lo mató la patota de Pedraza por defender los derechos de los trabajadores tercerizados. Contra los empresarios que se la llevan con "pala" y los burócratas millonarios que dividen a los trabajadores, los luchadores y la izquierda tenemos que convocar a una Asamblea nacional de trabajadores clasistas. Los trabajadores combativos y el Frente de Izquierda deben aprovechar las divisiones entre los de "arriba" y la crisis de la burocracia sindical para ser un actor con voz y peso propio en la escena nacional. Para pelear contra los aumentos de tarifas y por un salario equivalente al costo de la canasta familiar. Contra el trabajo en negro y la precarización laboral. Por el castigo a la patota asesina de Mariano Ferreyra. Hay que recuperar a los sindicatos para la lucha de clases.


ALIMENTACIÓN En Kraft sigue la lucha


Las paritarias de la Alimentación terminaron con la firma de un aumento en cuotas del 27,5%. Siendo un acuerdo superior al de otros gremios (cosa que sólo puede explicarse por el peso de las internas combativas en la Alimentación), fue inferior al de los años anteriores. Esto produjo el descontento de gran cantidad de trabajadores que son conscientes de que existe la fuerza suficiente para imponer un aumento superior. Fue Daer quien firmó ese acuerdo de forma inconsulta, cuando las medidas que se hacían eran cada vez más profundas. En Kraft se hicieron paros de 4 horas como "dispuso" la dirección del Sindicato y hubo días donde se lo llevó a 8 pese a las resoluciones de Daer, porque así se votó en las asambleas. En el "plenario de delegados" donde se aprobó el acuerdo, la oposición se hizo sentir cuando Kraft, PepsiCo, Bonafide y Stani votaron en contra. 

En las fábricas de oposición donde hubo asambleas, se resolvió rechazar el acuerdo. En Kraft se venía tomando una medida desde mayo cuando se resolvió en asamblea un "quite de colaboración y trabajo a reglamento". Se dejaron de hacer horas extras y el trabajo que está fuera de convenio no se hizo más. No se recuperó la masa ni el polvo ni el estibado por lo que parte de la masa se tira y parte de la producción no puede utilizarse porque no se recupera nada de lo que no está en condiciones para ser comercializado. Cuando Daer firmó el acuerdo paritario se resolvió continuar con la medida y hacer un petitorio a la empresa exigiendo un aumento de las categorías para las obreras, aumento de los premios y un cambio en estos para que no estén atados al presentismo y puntualidad y un aumento para la guardería. A los días, la empresa hizo un acuerdo a espaldas de los trabajadores con el sindicato donde se subieron los montos de los premios y de guardería pero con cifras que todos consideraron insuficientes y con un método que generó el repudio de la inmensa mayoría de la fábrica. Desde entonces la Verde vive en su cuarto gremial, aislada de la base en todos los turnos. Las asambleas rechazaron este acuerdo. La medida votada se mantuvo. La empresa se negó todo este tiempo a dar una respuesta pero perdió en producción muchísimo más dinero que lo que los trabajadores reclaman como aumento. Miles de kilos de mercadería se desperdician por la política de la empresa. "La plata es lo de menos", parece que dicen los patrones de Kraft, porque a ellos les sobra. Pero para los trabajadores, la plata no es lo de menos, porque lo que está en juego es la posibilidad de mejorar aunque sea algo, la calidad de vida de ellos y de sus familias. Y también está el respeto a las asambleas que son las que definen cuánto se pide y qué se acepta, y no un sindicato repudiado. El martes la empresa comunicó que si se mantiene la medida, ellos van a descontar el dinero de los premios, lo cual sería una ilegalidad absoluta porque los premios en Kraft no están ligados a la producción. Al mismo tiempo sacó a sus "lideres" para apretar a los trabajadores en las líneas para que vuelvan "a la normalidad". Los compañeros en las líneas se negaron a cumplir con la orden porque entre todos en asambleas se resolvió que se trabaja de esta forma. La pulseada sigue. La Comisión Interna de Kraft fortalecida con los nuevos congresales Bordó que fueron elegidos, está al frente de esta pelea. Como siempre, apoyamos a los compañeros de Kraft en lucha, otra vez enfrentando al sindicato que por esta acción ya perdió el poco apoyo que tenía y a la patronal que muestra nuevamente su cara. Las obreras y obreros de Kraft, otra vez, tienen que ganar.