Desde hace tres semanas, más de 40 compañeros/as del PTS, entre ellos/as dirigentes obreros y estudiantiles de las fábricas y universidades más importantes de la zona norte del GBA, estamos debatiendo sobre los principales conceptos de estrategia a partir de la obra clásica de Karl von Clausewitz, De la Guerra. Entrevistamos a los coordinadores: Gerardo Campos, Sol Dorín y Matias Maiello.
¿Cómo surge la idea del curso?
G: El curso surgió con el objetivo de continuar en la zona norte el estudio y la reflexión sobre el libro De la guerra que desarrollamos en febrero en el seminario coordinado por Emilio Albamonte del que participaron dirigentes del PTS, y de diferentes grupos de la Fracción Trotskista-Cuarta Internacional, como el PTR de Chile, la LER-QI de Brasil, la LTS de México, y la LOR-CI de Bolivia.
¿Por qué los militantes revolucionarios del PTS estudian a Clausewitz que era un militar?
S: Desde el PTS nos proponemos construir un partido revolucionario preparado para vencer. Una hipótesis fundamental de Clausewitz que tomaron los bolcheviques es que la guerra es la continuación de la política por otros medios, los violentos. Como la guerra es un instrumento de la política, si los revolucionarios no aprendemos a utilizar esta herramienta, estaremos “a puño limpio” en las batallas decisivas. Pero hoy estudiando a Clausewitz aprehendemos las claves para preparar un plan de guerra en función de nuestros objetivos, para analizar las relaciones de fuerzas y la relación entre táctica y estrategia, para forjar un partido que se disponga quebrar la voluntad material y moral de la burguesía, para analizar las cualidades que debe forjar la dirección política del proletariado para prepararse como conducción de la guerra de clases, para entrenar nuestras fuerzas en la lucha de clases, entre otros elementos fundamentales. Para nosotros las luchas obreras serias son verdaderas escuelas de guerra, como decía Lenin. En estos combates se va templando una organización revolucionaria que se dispone a lograr su objetivo político, el triunfo de la clase obrera, la conquista del poder por los trabajadores. La preparación, la elección del momento y el lugar, del tipo de acción (defensiva u ofensiva), cómo están la base y el activismo, si la patronal tiene stock para aguantar una lucha larga o con golpes bien pensados podemos derrotarla, son cuestiones permanentes en los conflictos a las que el partido debe dar respuesta. Este curso, además de aprehender el arte de la guerra, ayuda a pensar en “otros términos” el enfrentamiento diario con el régimen burgués. A medida que avanzamos vamos sacando lecciones de viejas y actuales luchas de la zona (Kraft, PepsiCo, Donnelley, Fate, Cat) en la que los militantes del PTS estuvimos y estamos en primera fila. Tenemos que pensar que la clase obrera necesitará derrocar el dominio burgués con el arte de la insurrección. Conocer la teoría de la guerra es fundamental en este plano de preparación. El estudio de Clausewitz está ligado a nuestro objetivo de formarnos como estrategas, en la perspectiva de crear un estado mayor revolucionario, sin el cual no se cumplirán las arduas tareas necesarias, entre ellas la reconstrucción de la IV Internacional.
¿Por qué el debate sobre estrategia?
M: A comienzos de la época de crisis, guerras y revoluciones la reflexión estratégica fue clave en el pensamiento del marxismo revolucionario. La introducción del concepto de estrategia entendida por Lenin y Trotsky como el “arte de vencer”, se hizo en parte de la mano de la lectura de Clausewitz. Ellos se prepararon para conducir al proletariado y las masas oprimidas para doblegar a su enemigo de clase. Si bien este pensador fue un general al servicio del Estado prusiano en el siglo XIX, era un avanzado en su época en estudiar todas las formas y contenidos que hacen a la guerra misma. Es en este sentido que lo tomamos y lo incluimos en nuestro bagaje político e ideológico, así como lo hicieron Lenin y Trotsky.
A partir de la segunda posguerra el marxismo casi abandonó la reflexión estratégica. Es decir, lo que para nosotros es la toma del poder por los trabajadores y que en Clausewitz equivale a abandonar el objetivo político que inicia y conduce la guerra. Los marxistas académicos desarrollaron una teoría desligada de toda practica revolucionaria, concentrándose como el marxismo occidental en el estudio de la estética, la cultura y la filosofía, mientras se ligaban en tanto intelectuales a la socialdemocracia, el stalinismo o el maoísmo. El stalinismo, por su lado, hizo una caricatura del marxismo al servicio de los intereses de la burocracia moscovita. Mientras que el centrismo trotskista, si bien mantuvo hilos de continuidad con el programa y la estrategia revolucionaria, no hizo un estudio serio del problema insurreccional y se adaptó a las direcciones guerrilleras, maoístas y stalinistas. Los últimos 30 años de “restauración burguesa” no hicieron más que profundizar este problema, ya que implicaron no solo el retroceso del proletariado sino de los revolucionarios y la degradación de sus Estados Mayores. Hoy, cuando se reactualiza la época de crisis, guerras y revoluciones, ante los procesos en el Norte de África y Medio Oriente y la profundización de la lucha de clases en Europa, en el marco de la crisis económica mundial, se hace imprescindible profundizar la reflexión estratégica.
¿Qué debates se están dando en el curso?
S: Un debate que tuvimos fue que estamos en un momento preparatorio para las grandes batallas, cuando la lucha de clases se transforme en guerra civil abierta y en revolución. Nos detuvimos en las cualidades del “genio guerrero”, como lo llama Clausewitz para intervenir en la guerra donde el peligro, el azar y la incertidumbre son las características esenciales, como el valor ante el peligro y la responsabilidad, el coup d’oeil (golpe de vista) y la determinación, para caracterizar lo esencial y actuar con rapidez y firmeza. Reflexionamos acerca del rol determinante que Clausewitz le asigna a las fuerzas morales, donde señala que mientras las fuerzas físicas son “el mango de madera”, “la moral es el metal brillante y filoso del arma”. Debatimos sobre la importancia que tiene la fuerza moral del proletariado en su guerra de clase. Lo asociamos a los planteamientos de León Trotsky, por ejemplo en el Ejército Rojo para la defensa de la conquista de Octubre y la lucha por la revolución mundial.
Trotsky señaló que el heroísmo de los obreros más conscientes fue el germen para crear un ejército revolucionario de masas, y que su alta moral impactó en las filas del enemigo provocándole la desmoralización y posterior derrota.
M: Debatimos sobre la relación entre táctica y estrategia. Para Clausewitz la táctica es preparar y conducir los encuentros que son actos aislados y la estrategia es la combinación de los encuentros en función del objetivo. Por eso hay que tener un plan de guerra preparado sobre la base de hipótesis, sujetas a modificaciones, por lo cual la estrategia debe estar presente todo el tiempo en el campo de batalla. También nos detuvimos en lo que plantea Clausewitz de que una vez que se determina el plan estamos sujetos a influencias y presiones. La cualidad del general es tener el carácter para resistir esas presiones y mantenerse en el camino recto sin desviarse.
G: Bueno, estos debates se van profundizando en cada clase. En Norte tenemos un partido que está metido en el día a día de la lucha de clases. La mayoría de los militantes están estructurados en fábricas, universidades y terciarios. Es difícil parar la pelota y ponerse a reflexionar sobre la estrategia, sobre la propia actividad política. Es difícil conseguir una visión de conjunto de nuestra variada actividad. Estamos haciendo un esfuerzo importante. Para que tengan una idea, a la semana que empezó el curso, la patronal de Donnelley echó a 19 trabajadores. Un claro ataque a la Interna que dirigen militantes del PTS. Esto se resolvió con un triunfo. Todos los trabajadores que no aceptaron la indemnización fueron reincorporados. Acá tenemos, a modo de ejemplo, una de las principales discusiones que se hicieron apenas empezó el curso: la necesidad de tener nuestro propio “ejército”, organizado, con alta moral combativa, que se vaya templando en la lucha de clases, en las escuelas de guerra, tanto en la lucha contra la patronal como en la que tenemos planteada con la campaña del FIT. En Donnelley ya teníamos formado este “ejército” de obreros revolucionarios conscientes, que a su vez organizaron a decenas de activistas, delegados, obreros de base y las mujeres que pusieron en pie la Comisión de Mujeres.
Es decir que, mientras intervenimos en la realidad diaria que nos imponen nuestras responsabilidades como dirigentes de sectores obreros y estudiantiles, no perdemos de vista ni por un instante la construcción de una organización revolucionaria. Como dice Clausewitz: “La estrategia no puede ni por un momento suspender su trabajo”.
jueves, 16 de junio de 2011
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