Algunas notas de los diarios y comentarios periodísticos en radios y televisión han reducido la explicación del resultado electoral logrado por el Frente de Izquierda a la campaña lanzada por Jorge Rial y Gustavo Sylvestre por twitter, que llamaron “un milagro para Altamira”. Algo similar sostuvo también Pino Solanas cuando después de los magros resultados de Proyecto Sur acusó a Rial en su programa de perjudicarlo. Esta “explicación” de nuestro resultado es a la vez completamente superficial y políticamente interesada.
En primer lugar, hay que decir que las fuerzas que conformamos el FIT ya teníamos un caudal electoral relativamente importante en elecciones anteriores. Por ejemplo, en las elecciones del 2009 el Frente de Izquierda y los Trabajadores, Anticapitalista y Socialista (que integramos el PTS, Izquierda Socialista y el Nuevo MAS) sacó alrededor de 180 mil votos y el PO 220 mil. Aunque sumamos 400 mil votos, el hecho de presentarnos por separado debilitó el impacto político del resultado obtenido, así como la posibilidad de obtener cargos legislativos. Hoy, cuando superamos estas cifras y logramos 520 mil votos y una importante victoria política derrotando la proscripción en la fórmula presidencial y en la mayoría de los distritos donde nos presentamos, se está viendo lo correcto de la política de conformar frentes comunes de intervención en el terreno electoral de las fuerzas que nos reclamamos de la izquierda obrera y socialista, una política que en menor o mayor grado nuestro partido viene implementando desde 2005 (en ese año nos presentamos con el MAS y en 2007 y 2009 con Izquierda Socialista y el MAS), a la que ahora se han sumado los compañeros del Partido Obrero.
En segundo lugar, la campaña de Sylvestre y Rial, que aunque tuvo “rebote mediático” es difícil de medir en lo que hace a su influencia real en el voto, fue lanzada apenas diez días antes de la elección, cuando el frente hacía meses que venía realizando una gran campaña militante y cuando ya iban casi 20 días en que por radio y TV se escuchaban y veían los spots del FIT en los espacios gratuitos. En realidad fue una expresión parcial de la gran repercusión que había conseguido el planteo político central de la campaña: la denuncia de que nos exigían 400 mil votos para presentarnos en octubre, articulado esto con los puntos programáticos que destacamos para la agitación. Una denuncia que hicimos creativamente, con la destacada participación en la producción audiovisual de los compañeros y compañeras de Contraimagen (PTS) y el Ojo Obrero (PO), al punto que nuestros spots fueron los más recordados, a pesar de ser una de las fuerzas políticas que contó con menor cantidad de espacio (el tiempo gratuito de radios y televisión se repartía mitad en forma igualitaria y mitad en base a los votos obtenidos en la elección anterior; Proyecto Sur, por ejemplo, tuvo muchos más espacios que nosotros). Los artículos más serios de análisis de la campaña electoral en las primarias debieron dar cuenta de esto, que también destacaron numerosos periodistas que no se quedaron en la explicación por la campaña “milagrosa”. Todos los que militamos la campaña del frente nos encontramos con referencias positivas a nuestros spots, con comentarios de que nos iban a votar quienes antes no lo habían hecho, debido a que era “una injusticia” el piso electoral que se exigía. Personalmente recibí comentarios de este tipo en múltiples ocasiones durante los numerosos viajes de campaña realizados. Incluso muchos periodistas expresaron públicamente que iban a votarnos debido a la campaña realizada, por la justeza de nuestra denuncia contra el piso proscriptivo.
En tercer lugar, esta visión oculta que el FIT ya había cosechado importantes resultados electorales en las elecciones provinciales de Neuquén y Córdoba sin campaña de “milagro” alguno, las cuales nos permitieron obtener una banca en cada legislatura y mostraron un respaldo a nuestras candidaturas de los sectores políticamente más avanzados de los trabajadores y la juventud.
¿A qué apunta la idea del “milagro”?
A muchos medios la imagen de que se dio un “milagro” en la elección del FIT gracias a la campaña de Rial y Sylvestre les resulta atractiva. Ante todo les permite tratar de diluir el contenido de lucha contra el carácter proscriptivo del piso electoral que tuvo nuestra campaña, algo que no hizo ninguna otra fuerza política, ni siquiera las que estaban en peligro de no pasarlo, como fue el caso de Proyecto Sur en lo que respecta a su fórmula presidencial y a la mayoría de los distritos en los que se presentó. En esto el Frente de Izquierda tuvo el mérito de poner sobre sus hombros la lucha contra el cercenamiento de derechos democráticos, en este caso no tener que pasar por el “filtro” del piso de votos en las primarias. Se mostró nuevamente que los revolucionarios somos los únicos que enfrentamos consecuentemente todo ataque antidemocrático del régimen. Algo que, por otra parte, vamos a continuar haciendo, ya que la cláusula proscriptiva sigue en pie.
El domingo previo a la elección, el periodista de Página 12 Mario Wainfeld, a la vez que reconocía el impacto de nuestra campaña, separaba su aspecto democrático de nuestra perspectiva revolucionaria: “La campaña del Frente de Izquierda y de los Trabajadores, que impulsa la fórmula Jorge Altamira-Christian Castillo se centró en interpelar al votante para conseguir superar el piso de adhesiones exigido por la ley electoral. Se trata del uno y medio por ciento de los votos válidos emitidos en cada distrito en el que se busca participar (…) La franqueza de la publicidad de la izquierda y la claridad (democrática más que revolucionaria) de su consigna, la gran difusión que tuvieron han tornado su desempeño en un eje más de interés” (“Día de estreno”, Página 12, 14-08-2011). Lo cierto es que si un mérito tuvimos fue articular la justa batalla democrática que plantea el piso electoral no sólo con algunos de los puntos programáticos del frente (como puede verse en los distintos spots) sino con la denuncia más general del régimen político existente. Para nosotros, las demandas democráticas que “mantienen fuerza vital” (junto a las consignas mínimas –reivindicativas- y transicionales) son parte integrante de nuestro programa transicional, que busca desarrollar la movilización de las masas para que estas lleguen a la necesidad de que la salida es la conquista del poder por la clase trabajadora.
La explicación “milagrera”, además, evade señalar que el resultado electoral expresó en parte del peso militante real y el papel en la lucha de clases que viene jugando la izquierda obrera y socialista en el período kirchnerista, como en Zanon, Kraft, el subte, ferroviarios, las luchas del movimiento estudiantil, por la aparición con vida de López y el castigo a los represores o por el derecho al aborto legal y gratuito. No recibimos un voto democrático que podría haber ido a cualquier otra fuerza, sino un voto en defensa de que la izquierda pueda agitar su programa anticapitalista, expresión del respeto ganado en amplias franjas de la población trabajadora, de la juventud, de la intelectualidad. Nuestra campaña tuvo efecto porque interpeló a un sector que se considera de izquierda o nos respeta por el lugar que nos hemos ganado con nuestra intervención en distintas luchas y en el debate político nacional. Ni milagro ni voto “lástima”, el importante apoyo electoral logrado por el Frente de Izquierda es el resultado de una gran campaña militante con llegada de masas, realizada con gran creatividad política, que supo acertar en la batalla política que estaba planteada en estas “primarias”. El logro alcanzado debe servir para continuarlo hacia la elección de octubre con el objetivo de que la izquierda que se reivindica obrera y socialista avance como referencia política de oposición desde posiciones de independencia de clase y socialistas al gobierno nacional y a todas las fuerzas políticas patronales, incluidas sus variantes centroizquierdistas, y para desarrollar la fuerza militante de los revolucionarios en la clase obrera y la juventud.
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