viernes, 6 de septiembre de 2013

Dólares y petróleo para los buitres imperialistas








“No venimos a esta sesión arrepentidos de lo que fuimos, no sentimos vergüenza de lo que somos y tampoco venimos a pedir disculpas […] (El proyecto) va a oxigenar a nuestro gobierno y va a representar una bocanada de aire puro que fortalecerá al presidente Menem”. El actual secretario general de la Presidencia, Oscar Parrilli, decía esto en 1992 como miembro informante de la privatización de YPF. Pero en estos días fue más violento, al justificar la nueva entrega al capital imperialista y la brutal represión con balas de goma y hasta con una “metálica” con que la policía neuquina hirió gravemente a un docente en la manifestación que repudió el acuerdo con Chevron. “Se juntaron la izquierda y la derecha (…) armados por los intereses que están en contra de la Argentina”, dijo y agregó “querían hacer un golpe institucional”. Parrilli coincidía con la familia Sapag que hizo blanco en el diputado del Frente de Izquierda, Raúl Godoy. En medio de una crisis que dividió al MPN, quieren cubrirse acusando a la izquierda. No es para menos, Raúl Godoy les dio una lección de defensa del patrimonio nacional en la misma legislatura “protegida” por los asesinos de Teresa Rodríguez y Carlos Fuentealba. La teoría del “complot” siempre es buena para justificar políticas de leso menemismo.
Al kirchnerismo no hay que medirlo tanto por los discursos de la presidenta (cada vez menos progres), sino por quién se lleva las riquezas del país. La entrega del petróleo no es novedad. El acuerdo con Chevron es otro negociado y hasta viene con cláusulas secretas ocultas incluso para quienes lo votaron. Una continuidad de la política menemista, sólo que con variaciones. La política petrolera kirchnerista beneficia, además de Chevron, a multinacionales como la Royal Dutch Shell, Exxon Mobil Corporation, Pan American Energy, Vintage Oil, Total, Wintershall, o Tecpetrol. En la Argentina K el 83% de los hidrocarburos está en manos de empresas privadas. El cuadro se completa con la política minera donde otro puñado de multinacionales se lleva todo sin pagar casi impuestos gracias al Código Minero de los ‘90. Como proclamamos desde la banca obrera y socialista de Neuquén, al petróleo se lo defiende con la lucha unitaria de la clase obrera, los estudiantes y los sectores afectados como la comunidad mapuche. El paro y la movilización de las centrales sindicales eran la clave para impedir el acuerdo. En primer lugar del sindicato petrolero. Pero Guillermo Pereyra, aliado del asesino Sobisch en el MPN y dirigente de ese gremio no hizo nada. Sólo demagogia para ganar votos en las elecciones. Si los petroleros fueran a la huelga, ocupando las refinerías, el acuerdo con Chevron hubiera caído.
La entrega sólo fue repudiada por el FIT y algunos pocos diputados neuquinos que se retiraron de la sesión además de la importante manifestación convocada por la CTA neuquina, los estudiantes y la comunidad mapuche. Ni Macri, ni Massa, ni Carrió, ni la UCR, ni el FAP emitieron palabra. No es de extrañar, al cierre de esta edición la mayoría de la oposición patronal votaba en el Senado reabrir el canje a los fondos buitres.
El gobierno y el FPV en medio de la crisis
Desesperado por retomar la iniciativa tras la derrota en las PASO, el kirchnerismo se apropió de la agenda de Massa, mimetizándose en todos los temas: exención del impuesto a las ganancias para sueldos inferiores a $15.000, miles de gendarmes en la Provincia de Buenos Aires contra la “inseguridad” y hasta el anuncio de un cambio en la medición de la inflación. El mismo Filmus, candidato a senador k por la Ciudad de Buenos Aires, reconoció que el gobierno devalúa aunque en cuotas. Pese a los intentos lo más probable es una nueva derrota del FPV en octubre y una agudización de la crisis. La reunión de gobernadores del PJ la semana pasada, con discursos de fuerte tinte peronista, le marcaron la cancha al gobierno. La división del peronismo y la emergencia de Massa abrieron la crisis en el FPV donde La Cámpora es acusada de quedarse con los fondos de la campaña hasta por los propios intendentes del conurbano que aún son fieles. Golpean así en el corazón de la tropa cristinista. 
Los empresarios también comenzaron a hacer más explícitas sus desavenencias. Pese a que en el Día de la Industria tanto los aliados a los K como los afines a Massa coincidieron en lo “peligroso” –por ahora- de una devaluación drástica, todos se quejaron por la baja en la “competitividad”, discurso que más tarde o más temprano termina en políticas devaluacionistas o más ajuste. Por las dudas se preparan. “El 25% de las empresas planea este año un ajuste de personal” titula un informe de SEL Consultores, vaticinando “reducción de horas extras o de programas de capacitación, adelanto de vacaciones y, en no pocos casos, despidos, suspensiones o procedimientos preventivos de crisis”. A la vanguardia de esta política están las automotrices con suspensiones en VolksWagen y FIAT o incluso FATE (dependiente de esa industria), argumentando caída en las ventas cuando sus ganancias son siderales.
Las patronales quieren aprovechar la debilidad del gobierno para imponer condiciones más favorables recargando aún más las espaldas de los trabajadores. Por el contrario, los luchadores tienen que aprovechar esa debilidad para prepararse e impulsar el proceso de autoorganización en las fábricas, contra la burocracia sindical en todas sus variantes y la coordinación de las comisiones internas y organizaciones combativas para defenderse y luchar por nuevas demandas. La izquierda tiene que avanzar en postularse como nueva dirección de los trabajadores y luchar por una política de independencia de clase. El Encuentro convocado por la Interna de Kraft y las obreras de Kromberg en la zona norte del Gran Buenos Aires el sábado 31 fue un importante ejemplo, reuniendo a numerosas comisiones internas de la zona y al activismo en defensa de los contratados despedidos en Kraft. Allí se propuso coordinar en apoyo a las luchas, “blindar” de solidaridad a los sectores antiburocráticos atacados, ir a nuevas fábricas. Por eso una de las principales medidas fue convocar a la puerta de EMFER-TATSA el lunes 2 y participar del corte en General Paz contra los despidos y el desafuero a los delegados. También se discutió otra herencia de los ’90 para la clase obrera: la precarización y el trabajo en negro. El debate no fue sólo sindical, el voto al FIT en las fábricas fue otra clave del Encuentro, además del repudio a cualquier ataque imperialista a Siria.
Hacia las elecciones de octubre estamos multiplicando los esfuerzos para conquistar una bancada obrera y socialista en el Congreso Nacional y las legislaturas provinciales. El programa del FIT responde a los problemas que hostigan a la clase obrera y a toda la nación oprimida. En primer lugar, el no pago de la deuda externa y la nacionalización total del petróleo y del gas bajo administración obrera. Pero también a las demandas más sentidas de los trabajadores, por un salario equivalente a la canasta familiar indexado según inflación real, la eliminación del impuesto al salario, el fin del trabajo en negro, el pase a planta y la anulación de todas las leyes y cláusulas de convenios que contienen mecanismos de precarización laboral. Desde esas bancas queremos pelear por estas medidas y promover la lucha en las calles junto a las organizaciones obreras, populares y de la juventud para imponerlas.

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