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¿No era que el kirchnerismo con 678 había ganado la “batalla cultural” contra la derecha neoliberal? Ahora resulta que los “progresistas” oficiales que hace poquito afirmaban que en la Argentina se había alcanzado el reino de los derechos humanos, afirman que, en realidad, se debió militarizar mucho antes la zona sur de la Capital con la Gendarmería ya que se quedaron cortos al hacerlo apenas semanas antes de las elecciones porteñas, dejándole a Mauricio Macri la bandera de “la seguridad”. Los que hablaban días atrás de la renovación “camporista” contra el viejo pejotismo, ahora lamentan que Macri les ganó porque Filmus no aplicó, en el barrio de Lugano, la misma práctica punteril y clientelar que siguen los intendentes como Mario Ishi en José C. Paz, regalándole los pobres urbanos al PRO que “le da respuestas concretas a la gente”. En tanto, las heridas internas que dejó la confección de las listas, ahora se expresan en los pases de facturas como el de Julio Piumato, vocero de la CGT de Moyano, que chicaneó: “¿Lo de los encuestadores del FPV no sería ‘mala praxis’?”.
Es evidente que el “alto mando” kirchnerista está necesitando de un giro en la estrategia electoral para retomar la iniciativa política (no alcanza con anunciar que CFK va a ser abuela). A la derrota por más de lo esperado en Capital, se agregarán las inminentes elecciones provinciales en Santa Fe y Córdoba que arrojarán, cada una a su manera, resultados contra el gobierno nacional. Aunque esto no desmiente la preeminencia del Frente para la Victoria hacia la reelección de Cristina en octubre, ayudada por el mismo voto conservador y conformista con la situación económica que le dio la victoria a Macri en Capital, este nuevo clima político pone límites a lo que los ultra K llamaron “el Huracán” arrasador de votos para la presidenta. ¿Pueden mantener los K como lema de campaña el “Cristina ya ganó” en primera vuelta, a riesgo de relajar a la propia tropa? Muy probablemente, para traccionar el voto hacia las primarias del 14 de agosto el gobierno necesite apelar a un nuevo intento de polarización como el que ensayó en Capital canalizando el voto “anti Macri”. La campaña de Alfonsín-De Narváez y de Clarín que se animan, ahora, a poner en cuestión una victoria holgada de Cristina luego del triunfo macrista (que, de todas formas, no puede capitalizar ninguna fórmula presidencial opositora), le sirve al oficialismo para agitar el fantasma de un nuevo “peligro de que gane la derecha”, con el objetivo de reforzar el “voto útil” al “nunca menos”. Esta operación política será tan falaz como la que actuó en Capital, donde los K hicieron suya la agenda macrista.
La Contrareforma electoral
Aún peor, las elecciones del 14 de Agosto revisten, de por si, un carácter doblemente reaccionario. Son elecciones que no definen quien será presidente ni quienes los diputados o senadores nacionales que recién se votarán, efectivamente, el 23 de octubre. Tampoco son elecciones “primarias”, propiamente dichas, ya que todos los partidos o alianzas que se presentan a cargos nacionales llevan un solo candidato (sólo hay “primarias”, realmente, con distintos candidatos locales, en la Provincia de Buenos Aires, que es la única que adoptó el mismo régimen proscriptivo que las elecciones nacionales).
La ley de Primarias Obligatorias que aprobaron los diputados y senadores del PJ y la UCR, sólo tienen el objetivo de poner un filtro que impida la voz de las nuevas fuerzas políticas. A los partidos del Frente de Izquierda, que ya hemos conquistado más de 75.000 afiliaciones en 19 provincias y un diputado provincial en Neuquén, se nos impone que, además, debamos obtener 400 mil votos el 14 de agosto para recién poder presentarnos en las verdaderas elecciones nacionales de octubre.
Es una verdadera Contrareforma antidemocrática del régimen político, sin antecedentes. Una ingeniería que se armó para borrar del mapa político electoral a las nuevas fuerzas y a la izquierda, y favorecer a los grandes partidos de los ricos que en 2001 fueron el blanco de millones que los asediaron con el “que se vayan todos”. Va en un sentido opuesto, incluso, a la retaceada “agenda igualitaria” del matrimonio gay u otras medidas que los K necesitaron para recomponerse después de la derrota a manos de los patrones del campo y en las legislativas del 2009. Ahora quieren consagrar una ley mordaza a las ideas de los que ya estamos en total desigualdad de condiciones con los candidatos patronales que despliegan campañas electorales multimillonarias, con aportes financieros de los grandes empresarios o con los fondos del Estado y, encima, cuentan con los espacios de las grandes corporaciones mediáticas, tanto las opositoras como las oficialistas.
La Contrarreforma Electoral fue aprobada por los diputados que ganan dietas de 19.000 pesos por mes y, si son de las provincias, cobran, además, 15.000 pesos más por “desarraigo” (¡pobre gente!). Ganan 10 veces más que el sueldo promedio de un trabajador en blanco y hasta 20 veces lo que cobra la mitad de la clase trabajadora, que se encuentra en condiciones precarias de empleo o directamente no registrados. Esta casta política se atribuye el poder para dejar afuera de la participación electoral a quienes exigimos que en ningún cargo público se gane más que un docente, como se han comprometido a hacer nuestros compañeros obreros de Zanon que han sido electos diputados en Neuquén.
La campaña por la “Agenda de los trabajadores”
Como sostuvimos cuando formamos el Frente de Izquierda, su constitución estuvo determinada, en buena medida, por una necesidad defensiva ante el intento proscriptivo del régimen de la democracia para ricos. Denunciamos, desde entonces, que mientras Tomada y Pedraza conspiraban para frenar el avance del PTS y la izquierda en la lucha de los tercerizados del Roca (como lo atestiguan las desgravaciones de sus conversaciones telefónicas); por arriba imponían condiciones para impedir la presentación electoral de las expresiones políticas independientes. Debemos redoblar esfuerzos en esta respuesta de principios ante un ataque del Estado.
Convocamos a los trabajadores, las trabajadoras y a la juventud, a todos los que se reivindican del espectro de la izquierda, a apoyar la única fórmula presidencial anticapitalista, la de Jorge Altamira (PO) y Christian Castillo (PTS), y a las listas del FIT para superar esta traba proscriptiva, participando activamente en los comités de campaña, desplegando todas las iniciativas y votando al Frente de Izquierda y los Trabajadores.
Rechazamos la “agenda de la derecha” que ha impuesto Macri desde la Capital donde se discute la “seguridad” para los que viven en los barrios lujosos y demonizan al pueblo pobre. Rechazamos la agenda del gobierno que centra su preocupación en imponer el “orden público” contra la acción directa y mejorar la “rentabilidad” de los empresarios mientras millones viven necesidades acuciantes. Nuestra agenda responde a las 4 millones de familias que sufren la falta de vivienda en la Argentina, a los que deben dejar la vida trabajando hasta 12 horas en las fábricas para llegar a fin de mes y a los que no tienen trabajo estable y reciben un subsidio que no alcanza para mantener a sus hijos.
Como decimos en el volante nacional que el PTS, en el Frente de Izquierda, distribuirá esta semana por centenares de miles en todo el país: “Participamos en las elecciones para llamar a luchar por una “Agenda de los trabajadores” que plantee medidas como:
*Queremos que nadie trabaje más de 40 horas semanales con un salario igual a la canasta familiar ajustado por la inflación, en el camino de repartir las horas de trabajo para terminar con el desempleo. Luchamos por el 82% móvil para los jubilados. Queremos erradicar toda forma de precarización laboral: pase a planta permanente de todos los contratados y tercerizados, como logramos en el ferrocarril Roca con la lucha de los trabajadores y la izquierda.
*Peleamos por un plan de obras públicas bajo control de los trabajadores para que haya escuelas, hospitales y viviendas para todos, en base a impuestos progresivos a las grandes fortunas y el no pago de la deuda externa.
*Nos oponemos a la militarización de los barrios, mediante las policías del gatillo fácil, la Prefectura o la Gendarmería, fuerzas que Menem utilizó para reprimir a los desocupados y están implicadas en los grandes delitos como el narcotráfico y la prostitución. Peleamos por el juicio y castigo para todos los genocidas de la dictadura que siguen en funciones, y por el desprocesamiento a los más de 4000 procesados por luchar por trabajo, salario o vivienda.
*Luchamos por terminar con la casta de políticos al servicio de los capitalistas para lo cual planteamos, como primera medida elemental, que todo funcionario político o legislador tiene que ganar lo mismo que un obrero o una maestra como se comprometieron a hacerlo los ceramistas de Zanon que conquistaron una banca obrera con el Frente de Izquierda en Neuquén”.
La campaña con el Frente de Izquierda para superar las trabas de la Contrareforma Electoral el 14 de agosto y difundir la agenda de los trabajadores, tiene el objetivo de fortalecer una corriente militante de miles la cual estamos impulsando con el periódico clasista Nuestra Lucha, que gane peso y simpatía en una franja de los sindicatos, las universidades y los barrios populares, que conquiste nuevos puntos de apoyo para la lucha de clases que se presentará más aguda en el período que viene, de nuevas convulsiones sociales, en el marco de la crisis capitalista internacional.
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