El miércoles 4 se produjo un hecho histórico. Los tres diputados nacionales del Frente de Izquierda y de los Trabajadores, Nicolás del Caño del PTS (Mendoza), Néstor Pitrola (Buenos Aires) y Pablo López (Salta), ambos del PO, asumieron en sus bancas. Es la consecuencia del impactante resultado electoral, de 1.200.000 votos, que una parte significativa de la clase obrera y de la juventud combativa emitió el 27 de octubre para apoyar a la izquierda clasista.
Los diputados del FIT reafirmaron que entran al Congreso a pelear por otra agenda: la de los trabajadores. No sólo repudiaron la asunción de Diego Mestre, el radical cordobés que se coló en el Congreso por el fraude contra el FIT y Liliana Olivero (IS), sino que cuando llegó la hora de votar a las autoridades de la Cámara se abstuvieron denunciando a los partidos que defienden este sistema de explotación y opresión (páginas centrales).
La izquierda clasista llega al Congreso en medio de la decadencia del gobierno kirchnerista y cuando el “relato” “nacional y popular” se cae a pedazos. Hace pocos días el gabinete confirmaba el giro a la derecha: propusieron indemnizar a los saqueadores de Repsol con U$S 5.000 millones. Un mes atrás negociaban con el CIADI (Centro Internacional de Arreglo de Diferencias relativas a Inversiones) pagarle la deuda a empresas imperialistas acreedoras de Argentina, y así cumplir exigencias para volver al endeudamiento externo y a los brazos del FMI.
Por más que en el Congreso las barras K hayan hecho circo contra los seguidores de la última “estrella” electoral, el derechista Sergio Massa, o contra Carrió o Cobos, las diferencias que los separan cada vez son menos.
Pese a los cruces en la 19º Conferencia Industrial Argentina, convocada por la UIA, donde Capitanich defendió el tipo de cambio “con flotación administrada” frente a los empresarios, el gobierno viene cediendo a la agenda patronal. El ajuste es un hecho. El nuevo gabinete habla de aumentos de entre 15% y 20% para las paritarias de 2014 cuando la inflación ya acumuló en 2013 un 30% y se prevén mayores aumentos para el próximo año. No sólo eso. Preparan nuevos tarifazos en transporte (trenes) y hasta en las boletas de agua. Además, el kirchnerismo ya rechazó pagar un plus de fin de año a jubilados y estatales y la exención del pago de ganancias en el aguinaldo. Mientras, el nuevo equipo económico responde a la presión devaluatoria acelerando el aumento del dólar, una concesión a los empresarios que reclaman “competitividad” pero no invierten un peso. Los dólares de las reservas del Banco Central se pierden por la deuda, la crisis energética y las grandes empresas que fugan, pero el “cepo” se aplica sobre las clases medias. El aumento del dólar turista es un reconocimiento de la devaluación en curso con un desdoblamiento cambiario de hecho.
Crisis política y acuartelamiento policial en Córdoba
La asunción de los diputados tuvo lugar cuando un hecho candente, esta vez en Córdoba, se encargaba de volver a demostrar el giro del gobierno que hizo suya la agenda de la derecha, en materia de seguridad. El acuartelamiento de la policía provincial tiene como telón de fondo a una mafia que lidera el narcotráfico y defiende sus intereses corporativos, fomentada durante años por el mismo gobierno de De la Sota. El conflicto salarial fue la excusa de los uniformados para hacer valer su poder. Al cierre de esta edición ya eran dos los muertos y decenas de heridos en una jornada dramática donde se extendieron los saqueos, muchos de ellos dirigidos contra pequeños comerciantes. Lógicamente De la Sota terminó pactando con la policía otorgándole sus reclamos para a la vez ponerse al frente de una campaña de mano dura, siniestra, contra el pueblo pobre y la juventud (página 3).
La actitud del gobierno nacional directamente fue cínica. Mientras el gobernador cordobés pedía el envío de Gendarmería para “pacificar”, el Jefe de Gabinete contestaba que la seguridad era responsabilidad provincial. Los campeones de los “derechos humanos” chantajeaban con enviar o no a esta Fuerza no porque se negaran a ocupar Córdoba sino por ser una provincia opositora. Cuando se trata de avanzar en políticas de “mano dura” para el control social de los pobres y la juventud hay una suerte de “unidad nacional”. María Cecilia Rodríguez, flamante ministra de Seguridad, es presentada por los K como una negociadora experta en el conflicto social. Pero es una ladera de Sergio “Rambo” Berni, experta en “crisis sociales” y con antecedentes de haber lidiado en la crisis de Haití tras el terremoto de 2010. Aclararemos que el método para poner a raya a miles de pobres, muertos de hambre, fue directamente el de los palos.
La mafia policial no es una lacra sólo de Córdoba. Todas las policías ejercen el “gran delito” y son expertas en el gatillo fácil.
Por eso es importante destacar la movilización en Neuquén de las organizaciones sindicales, políticas, sociales y de derechos humanos que, junto al paro de ATEN, ADUNC, el Sindicato Ceramista y la CTA, respondieron contundentemente ante el crimen de Willy Gutiérrez, testigo directo del asesinato de Braian Hernández a manos de la policía neuquina en febrero de este año (contratapa). Estas medidas de lucha encabezadas por organizaciones de los trabajadores, son acciones ejemplares que muestran cómo la clase obrera con sus propios métodos puede hacer suyas las demandas de la juventud y el pueblo pobre. Son también, aunque en pequeña escala, una contratendencia al régimen político que derechiza la agenda de seguridad saturando las calles de fuerzas represivas para criminalizar a la juventud y a los pobres.
Nuevas tareas
Analistas y hasta voceros de las grandes patronales como el abogado Julián de Diego vienen registrando el crecimiento de la izquierda clasista entre los trabajadores. Se refieren a la conquista de numerosas comisiones internas de empresas como Kraft, Pepsico, Stani, la ex jabón Federal, Lear, o Donnelley, por nombrar sólo algunas. La gran votación al FIT tiene también este punto de partida: miles de trabajadores avanzan en organizarse contra la burocracia y ven al FIT y a sus diputados como propios, dispuestos a ponerse al servicio de fortalecer las luchas contra la represión, por los reclamos de los trabajadores y de todos los sectores postergados que se movilicen por sus derechos.
Ante el apoyo al FIT de sectores de la clase obrera, la juventud y la mujer trabajadora, desde el PTS tenemos el desafío de conquistar centros de estudiantes militantes y desde la agrupación Pan y Rosas avanzar en la lucha y la organización por el derecho al aborto y las reivindicaciones de las mujeres. Pero sobre todo ante la crisis de la burocracia sindical y el ajuste en marcha nos proponemos desde ahora dar pasos para avanzar en conquistar las grandes organizaciones de la clase obrera, los sindicatos, para transformarlas en una herramienta de lucha contra el capital y sus gobiernos por la conquista de la independencia política de los trabajadores. En las convenciones regionales y en la convención nacional del PTS que se realizará a mediados de diciembre debatiremos con las nuevas camadas de militantes cómo llevar adelante estas tareas y cuáles son las vías para conquistar un gran partido de trabajadores revolucionario (págs. 6 y 7).
En lo inmediato, ante el ajuste en marcha, los parlamentarios del FIT levantan un programa que incluye la pelea por el doble aguinaldo, por paritarias libres y sin techo, un salario mínimo igual a la canasta familiar y el aumento salarial según inflación, la abolición del impuesto al salario; contra la precarización laboral y los tarifazos, así como la exigencia de desprocesamiento para todos los luchadores empezando por la absolución a los petroleros de Las Heras. Es necesario impulsar plenarios regionales que reúnan al activismo combativo en la perspectiva de organizar una Asamblea o Encuentro Nacional que reúna a miles de trabajadores, para levantar una alternativa frente a la burocracia sindical. Llamamos a las comisiones internas y sindicatos combativos y a los partidos con los que conformamos el FIT a impulsar juntos esta política.
Los diputados del PTS en el FIT lucharán codo a codo con las organizaciones combativas de los trabajadores por esta perspectiva.