Por Manolo Romano y Ruth Werner
La debilidad del gobierno se ha puesto de manifiesto ante las primeras expresiones de un nuevo movimiento obrero. No porque se haya desarrollado aún un ascenso de luchas generalizadas de la clase trabajadora sino porque crece con mayor dinámica el cuestionamiento a uno de los principales sostenes de la alianza de poder de los Kirchner, la burocracia sindical.
Primero la lucha de Kraft y ahora la del Subte, terminaron con eso de “a la izquierda de Kirchner está la pared”. Luis D’Elía que repetía esa frase va a acompañar, este 20 de noviembre, la convocatoria de la CGT para “recuperar la calle” mientras desde la cúpula sindical se lanzan ataques macartistas contra la izquierda que hasta ayer “no existía”. Así como cuando se inició la lucha de Kraft Daer y Moyano salieron a demonizar a los delegados de base atacados por la multinacional yanqui, ahora además del matonaje que dirige la UTA, fue el secretario Adjunto de la CGT, Juan Belén de la UOM, quien arremetió contra la “izquierda” acusandola de ser parte de un “plan desestabilizador” contra los Kirchner. Mientras Moyano acepta sin chistar el curso oficial hacia el FMI, organiza una marcha contra los que son un ejemplo de lucha para toda la clase trabajadora. Todas las organizaciones combativas que apoyamos la lucha de Kraft y el Subte debemos unificar el rechazo y llamar a los trabajadores a darle la espalda a la marcha de la burocracia cegetista.
Mientras la derecha pide orden contra los piquetes y las huelgas que generan el “caos”, tratan de sacar ventaja, concientes de que está en cuestión uno de los pilares del peronismo. Patricia Bullrich, ex ministra de Trabajo de De la Rúa y hoy líder de la oposición derechista de Elisa Carrió, afirmó que el próximo Congreso debería votar una nueva ley de “libertad sindical”. En el mejor de los casos, una reforma desde arriba, no significaría más que cambiar el actual monopolio de la CGT por otro tipo de injerencia estatal contra la libre organización de la clase trabajadora.
Para el PTS es exactamente al revés. La lucha por la democracia sindical está directamente relacionada con la más irrestricta independencia de los sindicatos con respecto al Estado patronal. No hay manera de transformar a las organizaciones obreras en herramientas eficaces en la lucha contra el capital bajo la tutela de un Estado que, justamente, tiene como fin defender las relaciones de propiedad y la explotación capitalista. Este “modelo sindical” que perpetúa una capa de burócratas dependiente de los favores del Estado a través de la ley de Asociaciones Profesionales, es el que ha permitido la expulsión de grandes masas explotadas de los sindicatos, de desocupados y trabajadores en negro, manteniendo sólo un 12% de los establecimientos con representacion sindical. Estamos incondicionalmennte por el reconocimiento del nuevo sindicato del Subte basado en el cuerpo de delegados de base porque se demostró su eficacia en la lucha para lograr el histórico reclamo de la jornada de 6 horas y terminar con la tercerización laboral de cientos de trabajadores que le bajaba “los costos laborales” a Roggio bajo la complicidad de la dirección de la UTA. Ahora, las patotas de barrabravas y matones son bancados por la empresa contra los delegados no sólo porque se trata de una “representación gremial” más democrática, sino porque persiguen el objetivo de cambiar la relación de fuerzas en el lugar de trabajo y hacerlos retroceder de sus conquistas.
La democracia sindical no puede ser plena si no incorpora a todos los trabajadores, y es solo para una minoría de afiliados y en blanco mientras millones son tratados como una subclase sin derechos. El nuevo movimiento obrero que se expresa con el resurgir de las organizaciones de base, debe restablecer la unidad de la clase trabajadora empezando por otorgar plenos derechos sindicales en las comisiones internas y cuerpos de delegados electos en la base, para los contratados, precarizados y en negro, en cada lugar de trabajo.
Por el contrario, la “intervención del Estado” para “combatir la pobreza” de la que se jacta el gobierno de los Kirchner y Moyano consagra el trabajo en negro y la desocupación. Le otorgan, bajo esta condición, la asignación de 180 pesos por hijo a los que ganen menos de 1500 pesos y, a su vez, mediante cooperativas con esos salarios de hambre abaratan la mano de obra. La intervención estatal es la garantía de la ruptura de la solidaridad de clase al servicio de una mayor explotación y miseria de la clase trabajadora. Mientras las patronales reinan sobre la división en las fábricas, con la complacencia de la burocracia sindical regimentando a una minoría de trabajadores en blanco, los intendentes bonaerenses y el aparato del PJ controlan a los desocupados. La CTA, que ante el verticalismo tradicional de los sindicatos peronistas reclama “libertad sindical” para la libre formación de sindicatos, no difiere en lo esencial del modelo cegetista. Su llamada autonomía es una ficción. Luis D´Elía, proveniente de sus filas, fue el primero en oponer a la consigna de “trabajo para todos” que emergió de los primeros movimientos de desocupados en Cutral Có y Jujuy, el desarrollo del trabajo territorial ligado a la beneficencia estatal para millones de desocupados, separando la “fábrica del barrio”. La CTA no se ha diferenciado de la política estatal de “contención de la pobreza” a partir del asistencialismo. Mas allá del justo reclamo de un seguro universal para todos los desempleados, el programa de unidad de las filas obreras es la lucha común de ocupados y desocupados por el reparto general de las horas de trabajo entre todas las manos disponibles con un salario no menor a la canasta familiar.
El PTS participa en los sindicatos promoviendo sus organizaciones de base, cuerpos de delegados y comisiones internas, para poner a la clase trabajadora en disposición de lucha contra los capitalistas y su Estado. Luchamos para que estas organizaciones de base superen sus divisiones gremiales mediante la formación de coordinadoras que concentren a fábricas y empresas de distintas ramas, que abran la puerta a millones desocupados, al pueblo pobre de la ciudad y el campo, a los estudiantes y a todo el que no explote trabajo ajeno. Luchamos por organizaciones de democracia directa y autodefensa que se conviertan en el embrión de un nuevo Estado de los trabajadores. Luchamos hoy en las organizaciones obreras contra el macartismo de la burocracia sindical hacia la izquierda, por la más amplia libertad para las tendencias y partidos que defiendan a la clase trabajadora. Porque sabemos que la democracia para la lucha de los trabajadores es la mejor escuela para acelerar la experiencia política hacia la formación de un partido que les permita vencer, es decir, conquistar su propio gobierno obrero y popular. En nuestra concepción de democracia obrera está inscripto el nuevo Estado de la clase trabajadora que queremos construir.
El PTS apoya el Plenario de Trabajadores Clasistas
La convocatoria del Sindicato Ceramista a formar una corriente política sindical dará un segundo paso importante. Después de la primera reunión en el Bauen con más de 400 delegados, se volverá a congregar en Neuquén este 14 de noviembre en la propia Zanon bajo gestión obrera. Recibirán a comisiones internas y delegados de todo el país en el Plenario de Trabajadores Clasistas, como lo han llamado los dirigentes ceramistas.
Los delegados de Terrabusi que participaron de la primera reunión, como el compañero Poke Hermosilla ahora concurrirá como el principal referente de la nueva Comisión Interna, en momentos de la vuelta a las acciones por la reincorporación de los despedidos. La agrupación clasista que impulsa un sector de los delegados del Subte junto a Claudio Dellecarbonara, se hará presente en Neuquén en medio de un resonante conflicto nacional con el gobierno que les niega el reconocimiento de su sindicato. Es decir que estarán presentes gran parte de los que se ganaron el odio de la burocracia sindical de la CGT que llama a movilizarse en su contra el 20 de noviembre.
El PTS es parte activa de esta iniciativa porque allí estarán gran parte de los principales protagonistas de las gestas de un nuevo movimiento obrero. La convocatoria de los compañeros de Zanon llama a debatir un programa para que la crisis la paguen las patronales y enraizar una corriente antipatronal y antiburocrática en la base de los sindicatos de la CGT y la CTA que todas las organizaciones de la izquierda clasista debiéramos impulsar. El Plenario de Trabajadores Clasistas se puede convertir en una palanca para ayudar a multiplicar la recuperación de los cuerpos de delegados en los lugares de trabajo, que unan a los efectivos, a los contratados y a trabajadores en negro, hoy sin ningún derecho sindical y con salarios más bajos y peores condiciones de empleo. Desde allí podremos trabajar con más fuerza por la coordinación de todas las luchas y organizaciones combativas y, como fue hecho en su momento en la Coordinadora del Alto Valle, unir a comisiones internas y sindicatos con los movimientos de desocupados para luchar por el trabajo para todos.
Pero los dirigentes ceramistas son aún más ambiciosos, y más realistas. Sostienen que la independencia de clase no se puede conquistar sólo en el terreno sindical, porque sobre los sindicatos actúa el Estado de los patrones que tiene por misión reproducir y preservar, a sangre y fuego, la condición de explotación y sometimiento de la clase trabajadora. Como insiste el compañero Alejandro López y está expresado en las declaraciones de convocatoria, los ceramistas proponen una herramienta política de los trabajadores, un partido propio, independiente de todas las variantes patronales, impulsado desde las propias organizaciones de lucha cotidiana. Una idea que apunta a revolucionar a la clase trabajadora y sus sindicatos históricamente atados al Estado y el partido peronista, u otras variantes patronales como las que apoya la dirección de la CTA.
Los heroicos sindicatos clasistas en los ’70 –como el Sitrac Sitram cordobés- tuvieron dos limitaciones. Una de ellas fue no haber sido sistemáticos en el frente único obrero con los sindicatos cordobeces que se referenciaban en la CGT de los Argentinos que habían sido parte del Cordobazo, un error sectario. El Plenario de Trabajadores Clasistas al mismo tiempo que se propone definir un programa y métodos clasistas, no es sectario ya que impulsa el reagrupamiento y la coordinación amplia de todos los sectores antiburocráticos para recuperar los sindicatos, tanto de la CGT como de la CTA, como verdaderas organizaciones de combate de la clase trabajadora. Con este norte, el Sindicato Ceramista ha debatido su participación activa en la CTA Neuquén con un programa para que la crisis la paguen las patronales, para luchar por una nueva dirección del movimiento obrero contra la burocracia sindical, y por la independencia politica de los trabajadores.
El otro límite que tuvo el clasismo de los 70, fue no haberse propuesto construir un partido que intentara que la autonomía obrera conquistada en las concentraciones fabriles de las automotrices, trascendiera el terreno de la producción y la organización gremial para dar una salida al conjunto de los explotados y oprimidos de la sociedad. No un partido de trabajadores para gestionar el capitalismo como el de Lula en Brasil. El estatuto del Sindicato Ceramista apunta un sentido opuesto cuando dice: “el SOECN reconoce, se orienta y basa su práctica en la lucha de clases y bajo los principios del sindicalismo clasista, conservando su plena independencia del Estado y sus instituciones, del gobierno y todas las organizaciones patronales. (…) libra una lucha consecuente por los legítimos intereses de la clase trabajadora y en alianza con los sectores populares buscando elevar la conciencia de clase de los trabajadores y lograr una sociedad sin explotadores ni explotados”
www.pts.org.ar
sábado, 14 de noviembre de 2009
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