No subestimamos la organización de ninguna fuerza política si esta congrega a miles de jóvenes y menos aún si, además, está impulsada desde el poder del Estado, como lo fue el acto convocado por la juventud K en el Luna Park. Pero el “masivo acto de la juventud peronista”, como lo tituló 678, dejó en evidencia un límite cualitativo del kirchnerismo para transformarse en un movimiento en crecimiento.
La recuperación política que operó el oficialismo, después del piso al que llegó en la derrota electoral del 2009, parece haber llegado a su techo. En momentos que miles de secundarios, universitarios y terciarios son los nuevos actores de un proceso de tomas de colegios y facultades, asambleas, cortes de calle y marchas en defensa de la educación pública, en el acto de la juventud peronista no habló ni un solo dirigente protagonista de todas estas gestas de la juventud. Ni siquiera de las tomas de 30 colegios secundarios de la Capital, a las que hizo un guiño la presidencia porque enfrentan claramente al gobierno derechista de Macri y donde las agrupaciones K tienen presencia. Menos aún donde se encuentra el mayor límite político del kirchnerismo: en la juventud universitaria donde han levantado cabeza miles de estudiantes que descreen abiertamente del (doble) discurso oficial. Masivas asambleas en las principales facultades humanísticas de la Universidad de Buenos Aires votan resoluciones contra el “desfinanciamiento de la educación pública”, no sólo de parte de Macri sino también del gobierno nacional, enfrentan a los decanos K y a un sector alto de los profesores y camarillas de la burocracia académica, que batallan contra la acción estudiantil en nombre del “proyecto nacional y popular”.
La oradora excluyente del acto de la juventud K fue la propia Cristina Kirchner que, en parte de su discurso, se dirigió a “esta clase media tan volátil, a esta clase media como yo, universitaria, a la clase media que muchas veces no entiende y cree que separándose de los laburantes, de los morochos, le va a ir mejor. (…) junto a todas las cosas que hemos construido en estos años, una de las más importantes haya sido visualizar, identificar a los trabajadores como uno de los componentes esenciales pero tampoco el único. Creemos en una sociedad policlasista, (…).aquí están los trabajadores, los jóvenes, los profesionales, los empresarios, aún aquellos que se quejan a pesar de haber ganado como nunca han ganado plata en su vida con estas políticas..”
La presidenta parece desconocer que las masivas asambleas estudiantiles acuden en apoyo de los obreros que luchan en Paraná Metal con quienes marcharán juntos este 16 de setiembre en un nuevo aniversario de “La Noche de los Lápices”; y que a los que, en realidad, “visualizan” como los representantes del gobierno en la clase trabajadora son a los desprestigiados burócratas sindicales encabezados por la CGT de Moyano. Más en general, el techo de la adhesión al oficialismo en la juventud son los miles de tercerizados, precarios y en negro, que engrosan la juventud trabajadora y la nueva generación que ingresó en las fábricas en los últimos años. La dirección oficialista de los sindicatos, lejos de tender un puente con ellos, los repele y margina. El proyecto de ley de “participación en las ganancias” que presentará la CGT en el Congreso, pretende consolidar su apoyo en los sectores en blanco y mejores pagos de las grandes empresas, mientras lo que sobra será destinado a un “fondo” especial para “los morochos” que hacen las mismas tareas con la mitad de salario, como en el ferrocarril donde son perseguidos por las patotas de uno de los pilares del “proyecto policlasista”, como las huestes del sindicalista y empresario José Pedraza. Sobre la masa de estos sectores precarizados se anima a hacer demagogia el derechista De Narváez donde cosechó buena parte de los votos que le dieron el triunfo en el conurbano bonaerense en las legislativas del 2009 y, conocedor del punto flojo de la alianza de clases del peronismo actual, llega a decir que quiere “sindicalistas que representen a todos los trabajadores”.
Pero también en esa juventud trabajadora surgen los que expresan más odio a los empresarios y la burocracia enquistada en los sillones de los sindicatos. Son las jóvenes mujeres de Kraft que, junto al resto de sus compañeros y compañeras, volvieron a paralizar por completo la planta de Pacheco contra el brutal atropello de esos empresarios “que han ganado plata como nunca” en la industria alimenticia, y los mandan literalmente a la muerte, como acaba de suceder con la trabajadora que falleció por la desidia del servicio médico de la fábrica (ver contratapa).
Son los jóvenes metalúrgicos de Acindar los que fueron el componente esencial para que los dirigentes de la UOM de Villa Constitución, presionados, tuvieran que decretar el paro solidario con los obreros de Paraná Metal que luchan contra los despidos masivos y el plan de rebaja salarial de uno de esos empresarios amigos del gobierno, Cristóbal López. ¿Cómo piensa la juventud K darles “mística militante” detrás de un proyecto “policlasista” con el mismísimo empresario vaciador?
Lo nuevo se está gestando en las calles. Hace un año atrás, un sector militante de la juventud universitaria salía en apoyo a la enorme gesta de los obreros de Kraft contra la multinacional yanqui, bloqueando las calles porteñas, por lo que aún están procesados, o escrachando a la propia embajadora norteamericana a la que la cúpula de la CGT ofreció un asado de año nuevo en la sede de la central sindical. Esa incipiente alianza obrero-estudiantil se sigue desarrollando hoy en la solidaridad activa de los estudiantes de Rosario y la Capital con el corte de la ruta 9 de los metalúrgicos de Paraná Metal, y al cierre de esta edición se preparan para marchar juntos a Plaza de Mayo. Allí está el embrión de las fuerzas sociales que puede mostrar una perspectiva política independiente de obreros y estudiantes.
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lunes, 20 de septiembre de 2010
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