El frente conformado por el PO, el PTS e IS está en la antesala de consagrar un bloque propio de hasta 6 diputados. Buscan llevar una voz disruptiva al Congreso y crecen en todo el país.
Aunque hubiera parecido inverosímil si se planteaba hace solo 2 años -cuando el Frente de Izquierda y de los Trabajadores se conformó para intentar superar el piso del 1,5% de los votos en las primarias para acceder a las generales-, una de las sorpresas que dejaron las PASO del último 11 de agosto fue precisamente el frente conformado por el Partido Obrero, el Partido de los Trabajadores Socialistas e Izquierda Socialista.
Sus mentores y referentes –Jorge Altamira, Néstor Pitrola, Marcelo Ramal, Cristian y José Castillo y Myriam Bregman- descartaron ya en 2011 la noción de un mero rejunte electoral y aseguraron que sostenían un programa político. La buena elección de entonces –que sin embargo los dejó a las puertas del Congreso pero del lado de afuera- sembró la pregunta: ¿perduraría la opción política del FIT?
Históricamente estigmatizados por el fraccionamiento, los militantes de la izquierda tradicional, trotskista, dura –según los epítetos o descripciones de ocasión-, rompió los pronósticos: no solo sostuvo el frente, que alimentó con dos años de experiencia común entre sus fuerzas y la solidificación de un programa, sino que cosechó –incluso contra los números de las encuestas previas- un millón de votos en todo el país. A nivel nacional, el FIT obtuvo más votos que el PRO.
El diario del lunes 12 de agosto señaló el triunfo de dos o tres figuras e identificó al FIT como uno de los grandes ganadores. Por primera vez en su historia, un agrupamiento de izquierda –revolucionaria e independiente de todos los sectores patronales, como dicen desde ese espacio- quedó en la antesala de consagrar un bloque propio en el Congreso Nacional, más de una decena de legisladores provinciales y municipales y ser una opción concreta de poder.
La conquista –y las ilusiones- se sostienen con los datos concretos: más de 20% en Salta–con chance de colocar a Pablo López en la compulsa nacional y de controlar el Concejo Deliberante de algunos municipios-; un 7,5% en Mendoza con proyección actual de más de 15% -que colocaría a Nicolás del Caño en el Congreso-; más de 350.000 votos en Provincia de Buenos Aires, que permitirían consagrar a Pitrola para la Cámara Baja y con la posibilidad de meter también a Bregman, segunda en la lista y el probable ingreso de Altamira por la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
Además, números que sorprenden para el trotskismo vernáculo y que dan por tierra con las nociones que, años atrás, decían que votarlos era echar a perder el voto: proyección de cifras cercanas al 10% en Formosa, Chaco, Jujuy, Neuquén y Santa Cruz, entre otros.
Llegan a las elecciones generales con la moral en alza, con una campaña que se distinguió por la creatividad y las propuestas ante la falta de ellas, con el fragor de la militancia en cada calle y en cada rincón –universidades, escuelas secundarias, esquinas, carteleras y, claro, redes sociales- y con una consigna: #LaIzquierdaAlCongreso.
En su programa, entre otras propuestas, figura la rotación en las bancas entre sus miembros, el cobro de una dieta solo igual al salario de un obrero calificado, la estatizaciónde la banca, el control de los trabajadores y usuarios en el servicio de transporte público, el aumento del presupuesto para salud y educación pública, el desarrollo de viviendas populares, la erradicación del trabajo precarizado y tercerizado, el cese del pago de la deuda externa considerada ilegítima, el salario mínimo igual a la canasta familiar y el 82% del mejor salario para los jubilados.
Lejos quedó el 'Milagro para Altamira' de 2011. El FIT se ha instalado en prácticamente todos los distritos del país y confían en seguir creciendo y aguardan expectantes los resultados del 27 de octubre.
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